Tuesday, February 24, 2009

Era de noche en mi memoria.
O eso era lo que yo creía. Cerrar
los ojos de golpe y dejarse caer,
dejarse llevar por un túnel
incierto y qué extraño placer
éste de dejarse sumergir por
la sombra. Era eso, una
sombra habitada en sus paredes
por bellos recuerdos como fla-
shes, que me hacían estremecer
y aquella música que crece
dentro de mí me conmueve
y me dejo llevar por esta dulce
angustia, el sabor de aquel
beso y la brisa del atardecer.
Una niña de rostro renacentista
me toma de la mano,
me lleva a su mundo, un
bosque lleno de frutos como
luces que brotan a mi paso.
Ella me dijo: "No temas, es
un viaje por tu infancia."
Me hallaba tan cómoda que no
quería que mi sueño terminara
nunca.
Desperté con lanzas de sol en los
ojos.
Miré a mi alrededor y la niña
había desaparecido.
Sólo encontré, fijándome bien, sus
largas pestañas negras sobre la mesa.