Thursday, March 15, 2007

Un capullo

De su corazón se desprendía una fuerza
incontenible que la hacía suavemente
firme, resistente. Una mirada fuerte,
segura. La extraña alegría, como un
capullo, de estar viviendo una vida
secreta, en íntima soledad. Ese mismo
corazón era el que había acogido todos
los atardeceres más implacables. Los que
se sentían en la piel como un escozor,
la emoción de lo que se termina...
Tal vez no tenga que ser así, quizás
aquí se termine todo, antes de haber em-
pezado lo que podría ser... Yo pensaba
esto una y otra vez, entrecerrando los ojos
por la agresividad del cielo. Todo lo que
no es capaz de amar, lastima inútilmente...
Llevo mi emoción arrastrándola a través
de los días y éstos se hacen largos por su
peso. Porque los días no pasan, el tiempo
se detiene cuando una imagen queda
instalada entre los párpados. Todo se
hace crudo, enceguece con su brillo de
verdad. Otoño, tibia luz: Será mejor
que lo olvides todo.

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